La plaza de toros de Aranjuez se convirtió en 1994 en el escenario de un fenómeno mediático sin precedentes en la historia de la tauromaquia en España. El torero Jesulín de Ubrique, entonces con solo 21 años, protagonizó una corrida exclusiva para un público compuesto enteramente por mujeres, lo que generó un lleno histórico. Aquella jornada reveló el deseo de libertad de expresión de las mujeres asistentes, muchas de ellas gritando frases de admiración y desbordando entusiasmo, en un ambiente festivo que rompía con los códigos tradicionales de la sociedad.
Este evento marcó un cambio significativo en la forma en que las mujeres podían expresar su deseo y admiración, en un ámbito donde hasta entonces tales manifestaciones habían estado reservadas casi exclusivamente para los hombres. Con 9.000 mujeres de diversas edades congregadas, el coso de Aranjuez se transformó en un símbolo de empoderamiento femenino. Como recordaron algunos asistentes, el ambiente era tan vibrante que olvidaron incluso la realidad del toreo, inmersas en el espectáculo y en un sentimiento de camaradería que se desafiaba a tabúes previamente establecidos.
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