En medio de una situación de adversidad en Torrent, se ha puesto de manifiesto tanto lo peor como lo mejor del ser humano. La solidaridad ha resplandecido cuando varios individuos se detuvieron en una autovía para ayudar a personas que pedían auxilio desde sus coches. Un grupo de supervivientes, que incluyó a un hombre con el fémur roto, se refugió en un concesionario. Este hombre fue atendido por una enfermera durante toda la noche, mientras otro individuo consiguió analgésicos tras cruzar las vías del AVE hacia un centro de salud inundado. Este acto de compasión y cuidado resalta un rasgo fundamental de la humanidad: el apoyo mutuo en momentos de necesidad.
Este episodio evoca la anécdota atribuida a la antropóloga Margaret Mead, quien sugirió que el primer signo de civilización fue un fémur fracturado y luego curado, una señal de que alguien decidió cuidar del herido en vez de abandonarlo. Aunque no hay pruebas de que Mead narrara tal historia, la moraleja resuena: el cuidado del prójimo es esencial para nuestra humanidad. En un mundo donde, a menudo, se da prioridad al individualismo, estos actos de solidaridad nos recuerdan que la capacidad de empatía y cooperación son los pilares de nuestro progreso y civilización.
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