Durante una visita marcada por una política exterior agresiva, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, ha logrado asegurar importantes concesiones de Panamá. La nación centroamericana, que previamente rompió relaciones diplomáticas con China, ha aceptado ahora incrementar la presencia militar estadounidense en su territorio y considerar el tránsito gratuito de buques militares de EE.UU. por el Canal de Panamá. Estas medidas son parte de una estrategia más amplia del gobierno de Donald Trump para contrarrestar la influencia china en la región, según puntalizó Hegseth en diversas intervenciones públicas en las que destacó la importancia de “mantener el Canal seguro” bajo la protección de las Fuerzas Armadas estadounidenses.
El anuncio de estos acuerdos ha desatado una oleada de críticas dentro de Panamá, reviviendo recuerdos de un pasado de ocupación militar estadounidense. Figuras destacadas, como el excanciller Ricardo Alberto Arias y otros líderes de opinión, han expresado preocupación por lo que interpretan como un retroceso en la soberanía del país, hasta el punto de describirlo como una forma de «ocupación militar». Las críticas también se han centrado en la falta de transparencia y en la potencial violación del Tratado de Neutralidad que regula el funcionamiento del Canal. Aunque el acuerdo se presenta como una colaboración bilateral frente a las «amenazas chinas», el trasfondo de tensiones y suspicacias políticas subraya las complejidades de la geopolítica en la región.
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