El presidente ruso, Vladimir Putin, ha advertido en la televisión estatal que la OTAN estaría «en guerra» con Rusia si Occidente permite a Ucrania utilizar armas de mayor alcance para atacar objetivos rusos. Esta declaración intensifica la tensión en el conflicto, sugiriendo que la naturaleza del enfrentamiento cambiaría radicalmente si los países de la OTAN, Estados Unidos y Europa, se involucraran de manera directa. Esta situación recuerda a la Crisis de los Misiles de 1962, cuando la confrontación nuclear se evitó gracias a la diplomacia entre John F. Kennedy y Nikita Jrushov. Sin embargo, a diferencia de la Guerra Fría, la actual sensación de peligro parece ausente, lo que lleva al mundo a un enfrentamiento potencialmente catastrófico.
A pesar de las sanciones económicas y la condena internacional, Rusia ha fortalecido su alianza con China y otros países no occidentales, incrementando la posibilidad de una colaboración económica y militar. La invasión rusa de Ucrania, que ya dura tres años, ha provocado un virulento apoyo a Ucrania por parte de Occidente, pero también ha empujado a Rusia hacia una alianza con China, lo que podría tener graves consecuencias globales. A medida que la comunidad internacional sigue elevando la apuesta sin buscar seriamente la paz, surge la inquietante pregunta de si los líderes actuales están dispuestos a arriesgar la destrucción total por conflictos regionales como el del Donbas.
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