Hace un siglo, los destacados gurús de la escuela hipermoderna, como Nimzóvich y Reti, presentaron unos principios que, en su momento, fueron considerados excéntricos por muchos. Contrario a la práctica tradicional de ocupar el centro con peones al comienzo, estos maestros sugerían presionar el centro con piezas y permitir que el oponente lo ocupase para posteriormente atacarlo. Uno de los principios fundamentales era que cada avance de peón debilitaba las casillas a ambos lados de su posición avanzada.
La historia ha demostrado que estos principios hipermodernos son tan válidos como los clásicos, coexistiendo armoniosamente en el ajedrez del siglo XXI. La elección entre uno y otro estilo depende más del gusto personal, la psicología y la oportunidad. Un claro ejemplo de esta convivencia es una partida reciente del gran maestro Alexandr Fier, destacada por su rigor hipermoderno en la apertura y culminada con una destreza brillante típica del romántico siglo XIX. Su combinación final, no solo electrizante, también ilustra un patrón didáctico en ciertas estructuras que todo aficionado al ajedrez debería conocer.
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