Al día siguiente del controvertido discurso de Donald Trump en la Asamblea General de la ONU, el rey Felipe VI presentó una visión diametralmente opuesta, enfocándose especialmente en condenar la violencia en Gaza. Aunque evitó usar el término «genocidio», su descripción de los actos en la región como una «masacre» refleja una postura crítica hacia el gobierno de Benjamín Netanyahu, alineándose con la posición oficial del gobierno español. En su discurso de 20 minutos, el Rey destacó la importancia de no permanecer en silencio ante la devastación, subrayando la necesidad de aplicar el derecho internacional humanitario en Gaza y Cisjordania. También subrayó el reconocimiento del Estado de Palestina como un paso crucial hacia una paz duradera, en contraposición a la crítica postura del expresidente estadounidense.
Felipe VI aprovechó la oportunidad para defender la relevancia de la ONU frente a voces como las de Trump que la descalificaron, enfatizando que las normas internacionales son esenciales para impedir un mundo dominado por la ley del más fuerte. Además, el monarca se pronunció en defensa de la inmigración, destacando su potencial como motor de desarrollo mutuo y criticando los discursos de odio que erosionan la democracia. Frente al escepticismo de Trump hacia el cambio climático, el Rey abogó por la urgencia de enfrentar la crisis climática y promover una transición energética justa. Así, el discurso del monarca se presentó como una alternativa a las visiones de Trump y algunos sectores de derecha, reafirmando los compromisos de España con los derechos humanos, la democracia y la cooperación internacional.
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