En un mundo dominado por el streaming, los vinilos han resurgido como verdaderos objetos de culto, evocando sentimientos de nostalgia y autenticidad en quienes los coleccionan. Este renacimiento va más allá de su utilidad práctica, pues las portadas de los discos han sido clave en su popularidad, consideradas como obras de arte que encapsulan el espíritu de su tiempo. En particular, la conexión emocional y cultural que ofrece el vinilo ha encontrado un público nuevo, donde las nuevas generaciones descubren un valor estético y sensorial que el mundo digital no puede replicar. Así, el vinilo actúa como un puente entre las generaciones, uniendo a los nostálgicos que recuerdan con cariño sus compras de antaño con jóvenes oyentes que buscan experiencias diferenciadas.
Los DJs desempeñan un papel crucial en la continuación de esta tradición, beneficiándose tanto del sonido analógico distintivo del vinilo como de la creatividad que el formato permite en técnicas como el scratching y el beatmatching. Durante el franquismo en España, la censura afectó algunas portadas emblemáticas, haciéndolas aún más valiosas entre coleccionistas. Ejemplos como la portada modificada de «Sticky Fingers» de The Rolling Stones, diseñadas por Andy Warhol, muestran la influencia de las normas de la época. Hoy en día, las ediciones especiales y reediciones perpetúan la relevancia del vinilo, satisfaciendo tanto a coleccionistas veteranos como a una generación joven que busca sumergirse en un mundo sonoro y visual más tangible y auténtico.
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