Poco más de 24 horas después del inicio del cónclave más multicultural de la historia, la Capilla Sixtina emitió la esperada fumata blanca anunciando al nuevo papa: el cardenal Robert Francis Prevost, quien ha adoptado el nombre de León XIV. Este papa, el primero de origen estadounidense, ha sido obispo en Chiclayo, Perú, durante años, y es conocido por su fuerte vínculo con el país sudamericano. En su primer discurso desde el balcón de la Plaza de San Pedro, hizo un llamado a «construir puentes», en línea con el legado de su predecesor, el papa Francisco, de quien fue una persona de confianza. Su elección refleja un mensaje inicial sobre sus prioridades y devociones espirituales, con un enfoque probablemente en unificar y hacer avanzar la agenda social de la Iglesia.
León XIV es el decimocuarto pontífice en adoptar este nombre, bien conocido por su importancia histórica. El último en usarlo fue León XIII, en el siglo XIX, recordado por su defensa de los derechos de los trabajadores. El legado del nombre se remonta a figuras como León I, quien dialogó con Atila para evitar la toma de Roma. Con su elección, se espera que León XIV afronte los desafíos actuales de la Iglesia, basándose en su experiencia multicultural y su papel previo como prefecto del Dicasterio de los Obispos. El nombre León, aunque compartido con otros trece papas, no había sido elegido en más de un siglo, señalando quizás una renovación simbólica en un tiempo de necesidad de cohesión dentro de la Iglesia católica.
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