Originario de las montañas austríacas, el abrigo tradicional de los campesinos se diseñó inicialmente para combatir las duras temperaturas del entorno alpino. Sin embargo, su viaje hacia la fama comenzó cuando un archiduque austriaco se adueñó de esta prenda, introduciendo su uso en la corte vienesa. Este cambio catapultó al abrigo desde su humilde origen hasta los círculos aristocráticos, lo que aumentó su prestigio y atractivo. La elegancia y calidez que ofrece fue apreciada no solo en la nobleza austríaca, sino que además encontró un lugar en los armarios de figuras icónicas de la moda, como Lady Diana Spencer, quien contribuyó a su popularización y globalización.
La travesía del abrigo no se detuvo en los armarios de la realeza, sino que actualmente continúa en las pasarelas de las ciudades más importantes del mundo. En Milán, uno de los epicentros globales del street-style, el abrigo ha resurgido como un símbolo de estatus y sofisticación, evidenciando la valoración del estilo preppy entre los entendidos de la moda. Expertos aseguran que su popularidad no es casualidad, ya que representa un equilibrio perfecto entre funcionalidad y moda, manteniendo un legado cultural mientras se adapta a las tendencias modernas. Así, el abrigo que alguna vez fue un escudo contra el frío extremo ha evolucionado hasta convertirse en una prenda de culto admirada y reconocida por aquellos que aprecian la alta moda.
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