Francisco Camps, catorce años después de su caída política, resurge con una imagen revitalizada y recibe apoyo espiritual en la iglesia de la Santa Cruz de Valencia. En un contexto de incertidumbre política para el PP valenciano, Camps busca consolidarse como un líder que traiga esperanza a sus seguidores, rememorando las mayorías absolutas de su pasado, pese a su asociación con el escándalo Gürtel. Su regreso está cargado de simbolismo religioso, prometiendo un renacer para los votantes que se sienten perdidos tras el desdén de la actual administración de Carlos Mazón.
Adoptando un enfoque casi mesiánico, Camps se prepara para liderar un resurgimiento del PP en Valencia, evocando pasajes históricos y bíblicos. En un acto en la Marina de Valencia, lleno de reminiscencias de un pasado vibrante pero controvertido, promete a sus seguidores el retorno al esplendor perdido. Su trayectoria política ha estado marcada por simbolismos históricos, como su identificación con Jaume I, aunque en su pasado enfrentó críticas internas que le alejaron de esta imagen. Ahora, libre de las acusaciones que empañaron su presidencia, busca reestablecerse como una figura unificadora para su partido.
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