Las tarjetas de presentación de ciertos negocios han pasado por una notable transformación a lo largo del tiempo. En épocas pasadas, estas tarjetas presentaban imágenes que podrían haber sido vistas como kitsch, definidas por un exceso de estilo o un gusto dudoso, que actualmente se considerarían artísticas o incluso irónicas. Este cambio de percepción refleja el devenir cultural hacia una apreciación más amplia y ecléctica del diseño y la estética, donde lo que antes podría haber sido motivo de burla o desdén, ahora es valorado por su originalidad y capacidad de evocar una respuesta emocional, aunque sea por sorpresa o humor.
Hoy en día, estas imágenes en las tarjetas de presentación no solo sirven como una introducción al negocio, sino que también actúan como una declaración de identidad y autenticidad en un mundo saturado de uniformidad. La tendencia actual hacia la revalorización de lo inusual e inesperado ha permitido que un estilo anteriormente considerado de mal gusto encuentre un nuevo público que lo aprecia por su singularidad y carácter distintivo. Este fenómeno es parte de un patrón más amplio donde las fronteras entre el arte, la ironía y el comercio se entrelazan, creando una narrativa visual que resuena de manera diferente con las audiencias contemporáneas.
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