El primer ministro sueco, Ulf Kristersson, ha manifestado su preocupación por la delicada situación de seguridad en la región del mar Báltico, indicando que Suecia «no está en guerra, pero tampoco está en paz». Esta declaración se produce tras la decisión de enviar tropas y buques militares suecos para reforzar la vigilancia en la zona, debido al riesgo de sabotaje en los cables submarinos, un acto presumiblemente vinculado con el conflicto en Ucrania y las tensiones crecientes con Rusia. En el marco de la conferencia Försvars, Gente y Defensa, Kristersson subrayó la importancia de la colaboración entre Suecia, sus vecinos y aliados para garantizar que el Báltico sea un «mar de paz y libertad», destacando que la verdadera paz requiere libertad y la ausencia de conflictos graves, ya sean estos militares o a través de desinformación y ciberataques.
En consonancia con sus declaraciones, Suecia ha anunciado la movilización de tres buques de guerra y un avión de vigilancia como parte de una iniciativa de la OTAN, en respuesta a las «flotas fantasmas» rusas y recientes ataques en la región. Kristersson celebró la acción de Finlandia al abordar el buque Eagle S, implicado en daños a un cable submarino, y afirmó que Suecia habría actuado de manera similar. Además, resaltó la importancia de las operaciones coordinadas en el marco de la OTAN para hacer frente a estos desafíos. Próximamente, Kristersson se reunirá con líderes bálticos en Helsinki para discutir estrategias comunes, enfatizando que cualquier acusación de sabotaje será seria y basada en razones sólidas, mientras el Consejo Nacional de Seguridad sueco continúa su trabajo en un contexto de sucesos extraordinarios en la región.
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