En Serbia, las tensiones políticas han alcanzado un punto crítico, con el primer ministro Miloš Vučević dimitiendo tras un violento ataque contra estudiantes que protestaban en Novi Sad. La dimisión de Vučević, miembro del Partido Progresista Serbio (SNS), llega en un contexto de descontento popular exacerbado por la deriva autocrática del gobierno y la corrupción. Las manifestaciones, originadas por el derrumbe mortal de una marquesina en noviembre que dejó 15 muertos, han sido constantes. Los manifestantes argumentan que la corrupción estatal pudo influir en el incidente, y la respuesta del gobierno, que incluye presentar cargos contra funcionarios sin medidas contundentes, alimenta la desconfianza pública. El Parlamento podría conducir a elecciones anticipadas si las circunstancias no se estabilizan pronto.
Mientras tanto, el presidente Aleksandar Vučić enfrenta presiones para renunciar, ya que una serie de acciones violentas contra los manifestantes han salido a la luz. Recientes ataques con bates de béisbol a estudiantes en Novi Sad incrementan las sospechas sobre el uso de grupos violentos afines al SNS para disuadir las protestas. Estas agresiones ocurrieron horas después de una declaración conjunta de las altas autoridades serbias prometiendo atender las demandas estudiantiles. La situación ha escenificado un panorama en el que la sociedad civil clama por cambios profundos, reflejándose en bloqueos de tráfico diarios y otras formas de protesta. Los estudiantes, quienes han sido una fuerza predominante en estas manifestaciones, planean continuar hasta lograr la dimisión completa del actual liderazgo político, mostrando su determinación por un cambio significativo en el gobierno del país.
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