El Partido Popular (PP) de 2025 busca distanciarse de sus propias acciones y discursos del pasado, según ha manifestado su portavoz nacional, Borja Sémper. Durante una rueda de prensa, Sémper abordó las revelaciones de una conversación grabada en 2017 entre María Dolores de Cospedal y el comisario jubilado José Manuel Villarejo, donde Cospedal sugirió que al fiscal José Grinda «hay que matarlo». Dicho intercambio es parte de un dosier entregado por Leire Díaz, exafiliada del PSOE, a la Fiscalía General del Estado. Asegurando que su dirección no justifica tales comportamientos, Sémper enfatiza que los hechos datan de hace varios años y los comparó con los actuales casos de corrupción que afectan al Gobierno, subrayando que las diferencias son «abismales».
Este escándalo ha generado reacciones en el ámbito político. Sergio Gutiérrez, número dos del socialista Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, ha exhortado al PP regional a iniciar un expediente de expulsión contra Cospedal. Por otro lado, Óscar López del PSOE ha vinculado estos sucesos con la operación «Kitchen» y acusó a gobiernos anteriores de utilizar una «policía patriótica» contra adversarios políticos. Desde Podemos, Pablo Fernández condenó la situación, calificando al PP de «mafia» y denunciando la colaboración de Cospedal con las llamadas «cloacas del Estado» para contrarrestar a partidos como el suyo y los independentistas. El revuelo pone a prueba las relaciones entre el pasado y presente del partido conservador.
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