La tensión política aumenta a medida que la oposición critica al Gobierno por su papel en la facilitación de una votación clave prevista para el próximo martes. Los partidos opositores acusan al Ejecutivo de ceder a las demandas de los grupos independentistas, describiendo esta situación como un «chantaje» que podría debilitar la integridad del proceso democrático. La controversia se intensifica con cada interacción pública, mientras los críticos del Gobierno argumentan que esta maniobra podría sentar un peligroso precedente para futuras negociaciones políticas.
El Gobierno, por su parte, defiende su estrategia como una medida necesaria para asegurar el avance legislativo en un momento político crucial. Representantes oficiales han negado que exista ninguna coacción indebida y aseguran que las negociaciones son parte del proceso democrático habitual. A pesar de sus esfuerzos para calmar las críticas, el ambiente parlamentario sigue siendo tenso. La votación próxima se perfila como un momento decisivo, no solo para la actual administración sino también para el panorama político en general.
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