En el último pleno del Parlament antes de Navidad, la abstención del Partido Popular (PP) facilitó la aprobación de la Ley de Memoria impulsada por Armengol, lo que ha generado críticas y un clima de controversia. Aunque interpretado por algunos como un pacto con la izquierda, el PP justificó su postura como un apoyo a la democracia, a pesar de las enmiendas de Vox que defendían el bilingüismo y se alineaban con la Constitución Española. Esta decisión ha sido señalada como una traición de principios, al tiempo que se acusa al PP de priorizar intereses a corto plazo sobre sus valores fundamentales. La ley en cuestión es señalada por sus detractores de tergiversar la historia al centrar su reconocimiento únicamente en las víctimas del bando franquista, ignorando otros episodios históricos polémicos.
Las críticas se intensifican no solo por el contenido de la ley, sino también por lo que se percibe como la torpeza del PP en el manejo de las negociaciones con sus opositores y la izquierda radical. Se considera que esta postura puede costarle al PP apoyo en las futuras elecciones de 2027, particularmente en un contexto donde Vox busca capitalizar el descontento con el partido al ofrecer una alternativa de centroderecha más coherente. La percepción de una incapacidad del PP para entender el juego político y defender sus principios sin ceder ante la izquierda, ha llevado a muchos a cuestionar el futuro liderazgo del partido en Baleares. Mientras tanto, el panorama político se ve ensombrecido por la polarización y la búsqueda constante de ventaja entre las partes.
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