En Madrid, la diversidad gastronómica es un sello distintivo, albergando una amplia gama de restaurantes que ofrecen sabores de todo el mundo. Sin embargo, entre esta explosión de opciones culinarias, algunos postres tradicionales de la capital han caído en el olvido, especialmente entre las generaciones más jóvenes. Un ejemplo claro es el bartolillo, un dulce madrileño que, aunque famoso en su momento, corre el riesgo de desaparecer. Este pastel frito relleno de crema pastelera es un manjar tradicional de la Semana Santa y antiguamente era protagonista en las verbenas y festividades locales, como San Isidro y La Paloma. Sin embargo, la modernización de los hábitos de consumo y la preferencia por alternativas más ligeras y rápidas han relegado al bartolillo a los márgenes de la repostería actual.
La desaparición del bartolillo de las vitrinas de las pastelerías madrileñas es notable, siendo la Antigua Pastelería del Pozo uno de los pocos refugios donde aún se elabora este postre con esmero. Su textura crujiente por fuera y cremosa por dentro no basta para sobrevivir en un mundo que prioriza lo inmediato. La complejidad de su preparación y el esfuerzo que requiere la minuciosa técnica de fritura han contribuido a su declive. Sin embargo, la revaloración de la cocina tradicional y el creciente interés por la gastronomía auténtica podrían ofrecer una esperanza para este dulce emblemático de Madrid. Hoy en día, aunque cada vez más olvidado, el bartolillo aún podría resurgir, pero su destino depende tanto de la voluntad de los pasteleros como de la curiosidad de las nuevas generaciones por preservar su legado.
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