El Papa Francisco dejó un legado marcado por su humildad y su habilidad para comunicarse a través de gestos simbólicos. Desde el inicio de su pontificado en 2013, optó por la simplicidad, evitando el lujo habitual del Vaticano. Usó su primera salida tras ser elegido para visitar una pensión y pagar su cuenta pendiente, y continuó rechazando la pompa vaticana a lo largo de su papado. En sus últimos días, aún en silla de ruedas, mantuvo su imagen de pastor cercano, donando sus ahorros a una fábrica de pasta creada por presidiarios y manteniendo audiencias con líderes mundiales, como el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, justo antes de su fallecimiento.
Francisco fue un maestro de la comunicación no verbal en una era dominada por la imagen. Su papado estuvo lleno de mensajes contundentes, tanto en sus gestos como en sus palabras. Encíclicas como «Laudato Si» y «Fratelli Tutti» han dejado huella, abordando temas como el medio ambiente y la fraternidad global. Su estilo franco y directo también se reflejó en comentarios sobre temas controversiales como la homosexualidad y la economía de mercado. Su impacto mediático fue notable al ser el primer Papa activo en redes sociales como Twitter e Instagram. Incluso en su funeral, logró un último golpe de efecto: la reunión entre Donald Trump y Volodimir Zelenski, un gesto que podría influir en el conflicto en Ucrania, sellando su legado como un pontífice valiente y visionario.
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