La reciente disolución del grupo armado ha generado incertidumbre en la región, con posibles impactos significativos en Siria e Irak. Estos países, ya frágiles debido a años de conflictos y tensiones internas, podrían experimentar un resurgimiento de inestabilidad si antiguos combatientes deciden reagruparse o unirse a otras facciones militantes. Las autoridades locales y la comunidad internacional están en alerta, temiendo que el vacío de poder dejado por la desaparición de esta organización pueda ser rápidamente llenado por otros grupos extremistas, lo que complicaría aún más el frágil equilibrio de poder en la región.
En Siria, la amenaza se cierne sobre las áreas donde el grupo tenía mayor influencia, mientras que en Irak, el gobierno podría enfrentar desafíos adicionales en su lucha contra el extremismo. Ambos países ya han comenzado a reforzar sus medidas de seguridad y a colaborar más estrechamente con sus aliados para mitigar el riesgo de un resurgimiento de la violencia. Esta situación también podría tener repercusiones en los esfuerzos internacionales de estabilización y reconstrucción, haciendo aún más urgente la necesidad de soluciones diplomáticas efectivas para mantener la paz y la seguridad en el Medio Oriente.
Leer noticia completa en El Mundo.