El Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK), considerado una organización terrorista por Turquía, anunció un alto el fuego completo y un posible desarme, liderado por su fundador Abdullah Öcalan, quien está encarcelado en Turquía desde 1999. Este anuncio se produjo después de una declaración histórica de Öcalan, en la que instó al PKK a disolverse y abandonar las armas, con el objetivo de poner fin a un conflicto que ha durado más de cuatro décadas y causado más de 40,000 muertes. El PKK ha expresado su conformidad con la declaración de Öcalan, condicionando el desarme a su liberación y al establecimiento de condiciones políticas y democráticas adecuadas para un proceso exitoso.
El gobierno turco, sin embargo, se ha mostrado reacio a negociar, insistiendo en que todas las milicias kurdas, incluidas las de Irak y Siria, deben desarmarse. Mientras el llamado de Öcalan ha sido bien recibido internacionalmente, especialmente por Estados Unidos, la Unión Europea y los vecinos de Turquía, Irak e Irán, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), aliadas de Washington, han señalado que la iniciativa no les concierne. Turquía ha advertido previamente al brazo armado de las FDS sobre posibles repercusiones militares si no se desarma. Este desarrollo sigue a una propuesta inesperada de un aliado ultranacionalista del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, lo que ha añadido un nuevo impulso a las negociaciones de paz.
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