La economía española continuó su crecimiento en el tercer trimestre del año, aunque a un ritmo moderado. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el Producto Interno Bruto (PIB) avanzó un 0,6% entre julio y septiembre, lo que representa una desaceleración de dos décimas en comparación con el periodo anterior. Este enfriamiento se debe en gran parte a un entorno exterior desfavorable, marcado por la incertidumbre global y la guerra arancelaria iniciada por Estados Unidos, que restaron seis décimas de crecimiento a la economía nacional, algo que no ocurría desde el segundo trimestre de 2020.
A pesar de estos desafíos, la demanda interna se convirtió en el principal motor del crecimiento, impulsada por un notable aumento en el consumo de los hogares, que creció un 1,2%, y una inversión del 1,7%, sobre todo en productos de propiedad intelectual. Este desempeño contrasta con la situación de otros países europeos, que enfrentan un estancamiento económico. Con 20 trimestres consecutivos de crecimiento desde el levantamiento del confinamiento por la pandemia, el Ministerio de Economía se muestra optimista y reafirma que España liderará las principales economías avanzadas, con proyecciones de crecimiento que alcanzan hasta el 2,9% según el Fondo Monetario Internacional.
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