El Partido Laborista ha obtenido una victoria crucial en las elecciones parlamentarias de Noruega, alcanzando un 28,3% del respaldo electoral y revalidando así su mandato bajo el liderazgo de Jonas Gahr Store. A pesar de este éxito, el escenario político exige que continúen las alianzas con partidos del bloque de izquierda para asegurar su capacidad de gobernar, ya que han conseguido una ajustada mayoría absoluta en el Storting, con 89 de los 169 escaños. El Partido del Progreso, de derecha populista, ha sorprendido al convertirse en la segunda fuerza del país, superando a los tradicionales conservadores, con un significativo aumento en su porcentaje de votos.
La campaña electoral fue intensa, con temas de debate centrados en la economía, la sanidad, el medioambiente y la industria energética, con Noruega consolidándose como principal proveedor de gas europeo tras las sanciones a Rusia. Store, que sigue en el cargo desde 2021, deberá enfrentar las demandas de sus aliados progresistas, que incluyen una mayor carga impositiva para las rentas altas y restricciones más estrictas en la explotación de hidrocarburos. A su vez, la derecha, liderada por Erna Solberg, centró sus propuestas en recortes fiscales y una mayor explotación de recursos naturales. La dinámica del voto anticipado también marcó estos comicios, con casi la mitad del electorado optando por emitir su decisión antes del día de las elecciones.
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