El partido gobernante en Georgia, Sueño Georgiano (SG), se ha atribuido la victoria en las recientes elecciones parlamentarias, según los datos provisionales de la Comisión Electoral Central. Con un 71% de los colegios electorales computados, SG habría logrado el 53% de los votos, permitiéndole mantener su mayoría en el parlamento. Sin embargo, los resultados han sido controvertidos, ya que la oposición, liderada por el Movimiento Nacional Unido, no los reconoce y ha denunciado un «robo» electoral. Tina Bokuchava, una de sus principales figuras, ha prometido continuar la lucha para derrocar lo que considera un régimen ilegítimo. Las tensiones evidencian un clima de profunda polarización política, en el cual la oposición plantea las elecciones como un plebiscito entre Europa y Rusia. Este ambiente se ha agudizado tras los acercamientos del gobierno georgiano a Rusia y el congelamiento de su proceso de adhesión a la Unión Europea.
En medio de estas controversias, el proceso electoral georgiano estrenó un sistema de voto electrónico que ha sido objeto de críticas y sospechas, alimentadas por el manejo de Smartmatic, la empresa encargada, que cuenta con precedentes polémicos en otros países. Además, observadores y organizaciones independientes han reportado múltiples irregularidades durante la jornada de votación, tales como intimidación a votantes y agresiones físicas. En el distrito de Marneuli se reportó uno de los casos más significativos, donde un observador de la oposición fue atacado tras denunciar el relleno de urnas por parte de otro observador. La presidenta Salomé Zurabishvili y la Oficina del Defensor del Pueblo han llamado a la intervención policial para asegurar un proceso electoral pacífico y exigido sanar las grietas abiertas por el conflicto político, buscando evitar nuevas escaladas de violencia en el fragor del conteo de los votos, especialmente de la diáspora georgiana.
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