El gobierno belga ha decidido eliminar las normas que establecían una salida del sector nuclear para el año 2025, así como la prohibición de construir nuevas capacidades de producción de energía atómica. Esta medida representa un cambio significativo en la política energética del país, que había sido objeto de debate durante muchos años. La decisión responde a la necesidad de garantizar un suministro energético fiable y sostenible, en un contexto de creciente demanda y cambio climático.
El nuevo enfoque permitirá a Bélgica explorar opciones para expandir su infraestructura nuclear, asegurando una fuente estable de energía que complemente otras renovables. Este movimiento es visto como una forma de asegurar la seguridad energética y reducir la dependencia de combustibles fósiles. A pesar de las críticas de organizaciones ambientalistas, el gobierno sostiene que la energía nuclear es una parte crucial de su estrategia para alcanzar los objetivos climáticos del país.
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