La ciudadanía europea enfrenta un momento crítico que demanda su movilización. Situaciones extraordinarias, como las tensiones en Gaza y la posibilidad de un reparto post bélico en Ucrania, destacan la fragilidad de la paz mundial y la influencia de grandes potencias como EE. UU. y Rusia. En este contexto, las hostilidades del gobierno de Trump hacia la Unión Europea agravan la situación, amenazando el orden económico y social tanto en Europa como en otras regiones. La ciudadanía, generalmente confiada en sus instituciones, encuentra ahora razones para salir a las calles, no con el fin de reemplazar sus funciones, sino para reforzarlas y exigir una acción decidida y valiente en momentos de crisis.
La defensa del modo de vida europeo y sus democracias sociales han convertido a estas movilizaciones en un interés común para todos los demócratas, más allá de las disensiones partidistas. La convocatoria de ciudadanos españoles en múltiples ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza y Bilbao representa un grito de apoyo a la construcción de Europa como una tercera potencia global, a la par de China y EE. UU. Con una notable adhesión al sentimiento europeísta reflejado en el 84% de españoles, estas manifestaciones son interpretadas como la voz de la mayoría social, sugiriendo el inicio de una movilización ciudadana que seguramente irá en aumento, enfrentando provocaciones y desafíos a la Europa democrática.
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