En los últimos años, el equipo de gobierno nombrado por el Papa Francisco ha adquirido un rol predominante dentro del Vaticano, estableciendo una hoja de ruta que busca implementar reformas significativas en la administración y funcionamiento de la Iglesia Católica. Desde su llegada al papado, Francisco ha buscado rodearse de colaboradores que compartan su visión progresista y su deseo de adaptar las estructuras eclesiásticas a los desafíos modernos. Esta nueva estructura de liderazgo ha permitido una mayor apertura en la toma de decisiones y ha facilitado la implementación de cambios dirigidos a aumentar la transparencia y la rendición de cuentas dentro de la institución religiosa.
El impacto de este equipo se ha sentido tanto en el ámbito interno como en el exterior. A nivel interno, se han promovido medidas encaminadas a mejorar la eficiencia administrativa y a enfrentar problemáticas como los abusos y la corrupción. En el ámbito internacional, el liderazgo del Vaticano ha jugado un papel crucial en la promoción del diálogo interreligioso y en la atención a temas globales como la migración y el cambio climático. El equipo encargado por Francisco ha sido clave en esta transformación, demostrando que el liderazgo renovado puede ser un agente de cambio fundamental en las instituciones tradicionales.
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