En su primera aparición como Papa, León XIV atrajo una multitud de 100,000 personas a la Plaza de San Pedro en Roma. Durante la oración del Regina Coeli, el pontífice emitió un mensaje que fusionó las tradiciones de sus predecesores con su propio toque. Aunque aún se desconoce mucho sobre sus pensamientos debido a la falta de publicaciones previas, León XIV mostró un enfoque tradicional al dirigirse más hacia la comunidad creyente. A pesar de una presentación aparentemente tímida, su intervención culminó en un discurso político, con un llamado poderoso a los líderes mundiales para evitar la guerra y proporcionar paz y justicia, centrándose especialmente en la situación en Ucrania y el Oriente Próximo.
El Papa apeló a su legado y estableció conexiones con líderes anteriores como Pablo VI y Francisco, reiterando la urgencia de resolver conflictos como el de Gaza y el potencial entre India y Pakistán. A través de sus palabras, León XIV demostró una comunicación que busca acercarse tanto a los fieles tradicionales como a las preocupaciones modernas. El discurso, impregnado de esperanza y apelaciones a la paz mundial, terminó con un saludo afectuoso en italiano por el Día de la Madre, conquistando sin esfuerzo los corazones de los romanos e italianos presentes en la ceremonia.
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