El Papa Francisco ha mantenido una rutina inusual durante su papado al no tomarse vacaciones, optando por permanecer en la residencia de Santa Marta dentro del Vaticano. Desde su elección en 2013, el pontífice ha priorizado la labor cotidiana y la cercanía con las personas, dejando de lado el hábito de sus predecesores de tomar un receso veraniego en Castel Gandolfo, la tradicional residencia estival del papado. Su elección refleja su estilo de vida austero y su compromiso con su deber pastoral, incluso durante los meses más calurosos del año.
Esta decisión de no ausentarse durante el verano es consistente con la imagen de un papa cercano, que evita el lujo y mantiene una agenda de trabajo constante. Francisco ha señalado en diversas ocasiones la importancia de permanecer atento a las necesidades de la Iglesia y del mundo, lo que se traduce en un enfoque más accesible y abierto para aquellos que requieren su atención. En lugar de descansar, el pontífice se dedica a continuar con reuniones, audiencias y actividades religiosas, reforzando su papel activo en la gestión diaria del Vaticano y en la promoción de sus iniciativas pastorales y sociales.
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