Los vecinos de un histórico barrio madrileño han expresado su creciente frustración debido a la persistente falta de soluciones a los problemas locales, apuntando directamente al Ayuntamiento y al Arzobispado. Entre las principales preocupaciones se encuentra el deterioro de infraestructuras, ampliamente visibles en calles y edificios que necesitan urgente mantenimiento. Los residentes sienten que ambas instituciones han sido indiferentes, limitándose a evitar responsabilidades, lo que ha llevado a un llamado desesperado para que dejen de «lavarse las manos» y tomen acciones concretas.
La situación se ha intensificado debido a la ausencia de diálogo efectivo entre las autoridades locales y la comunidad, lo que ha llevado a la organización de varias protestas y reuniones vecinales. Los residentes argumentan que el barrio, con su valiosa arquitectura religiosa e histórica, merece un enfoque más comprometido y urgente por parte del Ayuntamiento y el Arzobispado. Tanto las infraestructuras urbanísticas como la conservación de los lugares religiosos han sido desatendidos, afirman, lo que afecta no solo a la estética y funcionalidad del barrio, sino también al ánimo de la comunidad que allí reside.
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