Arrojar residuos al mar ha sido una práctica común durante décadas, especialmente entre los años 1946 y 1982, con la disposición de miles de bidones de residuos radiactivos en aguas del Atlántico, a 650 kilómetros al noroeste de Galicia. Hoy, esta área representa un preocupante vertedero de 10.000 kilómetros cuadrados, donde se estima que hay alrededor de 220.000 barriles, que han sido dejados por buques mercantes británicos, holandeses y belgas. El Consejo de Seguridad Nacional español ha declarado que el país no tiene responsabilidad sobre estos vertidos, ya que fueron realizados en aguas internacionales.
Actualmente, una expedición científica francesa, a bordo del buque ‘L’Atalante’, está llevando a cabo la campaña NODSSUM, dedicada a la localización y análisis de estos barriles. Hasta el momento han identificado más de 2.000 bidones en un área cartografiada de solo 120 kilómetros cuadrados. Aunque los niveles de radiactividad detectados son bajos, existe creciente inquietud en Galicia sobre el estado de estos residuos, amplificada por exigencias de Greenpeace y otros grupos políticos para que se realicen investigaciones y se tomen medidas para abordar el impacto ambiental de estos vertidos.
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