En plena temporada alta de turismo durante la Semana Santa, las autoridades se vieron obligadas a clausurar unas instalaciones clave al público, una medida que tomó por sorpresa tanto a los residentes como a los visitantes de la ciudad. La decisión, tomada en medio de un gran flujo de turistas que llegó a colmar los hoteles y atracciones de la zona, causó gran revuelo y desconcierto. Muchos de los viajeros, que habían elegido este destino para aprovechar el buen clima y la oferta cultural de la región, se encontraron con limitaciones inesperadas, generando quejas y situaciones de incomodidad al tener que reorganizar sus itinerarios y buscar alternativas a última hora.
Las razones detrás del cierre repentino no fueron aclaradas en su totalidad, pero se sospecha que podrían estar relacionadas con cuestiones de seguridad y mantenimiento que requieren atención urgente. Esta situación ha generado críticas hacia la gestión de las infraestructuras turísticas, planteando interrogantes sobre la planificación y prevención en la temporada turística. A pesar de las disculpas emitidas por las autoridades locales, el impacto económico y en la reputación del destino podrían ser significativos, sobre todo si no se aplican medidas correctivas prontas que eviten que eventos similares ocurran en el futuro. Los comerciantes y empresarios del sector han manifestado su preocupación, al considerar que este tipo de acontecimientos puede afectar negativamente a la imagen de la ciudad como destino turístico confiable.
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