Emilio Lusquiños, conocido cariñosamente como el Cuco de Orzán, fue un residente muy apreciado de A Coruña, conocido por su humildad y generosidad. La fortuna lo sorprendió cuando ganó 1,2 millones de euros en la Bonoloto, pero su vida no cambió de manera significativa tras el inesperado giro del destino. Emilio, un hombre de hábitos sencillos, apenas mostró entusiasmo ante su nueva condición de millonario. A pesar de la insistencia de sus amigos, solo se permitió un lujo: un viaje a Tenerife para ver jugar a su querido Deportivo, partido que finalmente no se llegó a celebrar debido al mal tiempo. El viaje no solo fue un escape, sino también un tributo a su pasión futbolera, la cual tenía planeado seguir cultivando con un futuro viaje a Málaga.
A pesar de su nuevo estatus financiero, Emilio continuó siendo el hombre amable y cercano que todos en su comunidad conocían. Vecino de un modesto tercer piso sin ascensor, Emilio, de 68 años, había construido su propia riqueza en forma de amistades y relaciones significativas en la ciudad. Fue voluntario de la Cruz Roja y trabajó en diversas áreas como el reparto y la hostelería, ganándose el respeto y el cariño de quienes le rodeaban. Su repentina desaparición alarmó a sus amigos, quienes, al no recibir noticias, alertaron a las autoridades. Finalmente, fue encontrado sin vida en su hogar, víctima de un paro cardíaco fulminante. La conmoción por su fallecimiento dejó a A Coruña sin un hombre que, más allá de sus circunstancias económicas, siempre valoró la riqueza de la comunidad y la solidaridad.
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