Un reciente estudio ha revelado que las diferencias de longevidad entre hombres y mujeres tienen raíces profundas en procesos evolutivos. La investigación sugiere que factores como la selección sexual, la genética y el cuidado de las crías han moldeado estas disparidades a lo largo de milenios. La selección sexual, por ejemplo, ha favorecido características en los machos que son atractivas para las hembras pero que, al mismo tiempo, pueden tener un coste en términos de salud y longevidad. Por otro lado, las hembras han evolucionado para centrarse en el cuidado y la protección de las crías, lo que podría haber influido en una mayor expectativa de vida.
Asimismo, la genética juega un papel crucial en estas diferencias. Los investigadores señalan que ciertos genes asociados con el envejecimiento y la reparación celular podrían expresarse de manera diferente entre los sexos, contribuyendo a variaciones en la longevidad. Además, los hábitos de vida y la sociología cultural también interactúan con estos factores biológicos, reforzando las tendencias establecidas evolutivamente. Este estudio proporciona una perspectiva más amplia sobre cómo las dinámicas evolutivas históricas continúan influyendo en la vida moderna, arrojando luz sobre la compleja interacción entre biología y longevidad.
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