En un contundente desenlace que deja al Real Madrid fuera de la competición, los problemas que han plagado al equipo durante toda la temporada fueron nuevamente evidentes en su derrota ante el Arsenal por 1-2. A pesar de que el conjunto madrileño comenzó el partido con determinación, mostrando brevemente destellos de su tradicional dominio, el equipo se desplomó gradualmente ante un Arsenal bien organizado y estratégico. La falta de cohesión y precisión en el juego del Madrid no solo permitió que su rival tomara la delantera, sino que también expuso las deficiencias en la defensa y en la conexión entre las líneas, una debilidad que ha sido recurrente a lo largo de los meses recientes.
Esta eliminación temprana de la Champions League es el colofón a una temporada caracterizada por la inestabilidad y el rendimiento irregular de los blancos, a pesar de contar con una plantilla envidiable. Los aficionados y críticos han señalado constantemente la falta de dirección clara en el campo y la incapacidad para mantener un nivel competitivo sostenido como los factores principales detrás de este desempeño decepcionante. Tras este significativo revés, surgen inevitablemente serias interrogantes sobre el futuro del equipo y los pasos necesarios para recuperar la forma y el prestigio que históricamente le han situado entre los gigantes del fútbol europeo.
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