Miles de fieles formaron largas colas en las inmediaciones de la Basílica de Santa María la Mayor para rendir homenaje al Papa, cuyo cuerpo descansa desde ayer en un austero nicho dentro del icónico templo. La sobriedad del lugar contrasta con la profundidad de la devoción de quienes se acercan para despedirse del pontífice. Este evento ha reunido a personas de diversos rincones del mundo, reflejando la influencia que tuvo en la comunidad católica internacional. Las medidas de seguridad fueron intensificadas para controlar la multitud que desea tener un último momento frente a la tumba del líder religioso.
La ceremonia, privada y tranquila, ha sido acompañada por un continuo flujo de visitantes que manifiestan su respeto y admiración por el Papa fallecido. A pesar de la lluvia intermitente, los asistentes esperan pacientemente su turno para ingresar al recinto sagrado. Dentro, la atmósfera es solemne y contemplativa, con velas encendidas y cánticos que resuenan en la histórica basílica. La decisión de colocar al Papa en un nicho modesto ha sido bien recibida por muchos, quienes consideran que refleja la humildad y el espíritu de servicio que caracterizó su papado.
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