El jurado ha determinado que la muerte de una mujer en 2003, quien era pareja del acusado, no fue accidental. La decisión se fundamenta en las pruebas presentadas durante el juicio, las cuales indican que el suceso tuvo lugar tras una acalorada discusión entre ambos. La investigación ha revelado detalles que desmontan la versión de un accidente, sugiriendo que el incidente fue resultado de un acto intencional.
El caso ha cobrado relevancia debido al tiempo transcurrido desde el fallecimiento, lo que subraya la importancia de la meticulosa labor de revisión y análisis de pruebas antiguas. La sentencia pone fin a años de especulación y abre la puerta para que se impongan las sanciones correspondientes al culpable. La opinión pública sigue atenta al desarrollo del caso, que refleja el compromiso de la justicia en la resolución incluso de los crímenes más añejos.
Leer noticia completa en El Mundo.