El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha intensificado la guerra comercial al anunciar aranceles del 25% sobre las importaciones de acero y aluminio. Esta decisión se aplica globalmente sin excepciones, afectando incluso a aliados cercanos como Canadá, México, Japón y Corea del Sur, aunque tiene como principal objetivo a China. Trump ha defendido la medida como un paso hacia el fortalecimiento de la industria estadounidense, augurando un impulso en la producción nacional y la creación de empleo. Con su política de «Estados Unidos primero», el presidente ha enfatizado que estos gravámenes reflejan su compromiso de revitalizar economías locales y proteger sectores clave. Los aranceles, previstos para entrar en vigor el 4 de marzo, buscan frenar prácticas de países como Rusia y China que intentan evadir las tarifas actuales.
La imposición de aranceles también afecta a Europa. El sector siderúrgico español, que exporta aproximadamente 250,000 toneladas valoradas en 371 millones de euros anuales al mercado estadounidense, enfrentará un impacto significativo al tener que abonar unos 92.8 millones de euros adicionales. Asimismo, las energías renovables no están exentas de estas medidas proteccionistas. Las importaciones de torres eólicas españolas también sufrirán aranceles del 28.55%, aunque menos del 73% original impuesto en 2021. Pekín ha condenado la decisión de Trump, aunque no ha respondido directamente, mientras que el presidente estadounidense continúa presionando a China en varias áreas de negociación, desde la guerra en Ucrania hasta la propiedad de la aplicación TikTok. En el ámbito local, los efectos inmediatos sobre las acciones empresariales estadounidenses han sido mínimos; sin embargo, persiste la incertidumbre en torno a las implicaciones a largo plazo para el comercio internacional.
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