Madrid se enfrenta a una intensa calima que ha cubierto la ciudad, llevando a turistas y residentes a buscar refugio en distintos lugares para mitigar los efectos del calor y el polvo. Las iglesias, museos y negocios se han convertido en los principales refugios, ofreciendo sombra y relativo frescor a quienes transitan por la capital. En la icónica Puerta del Sol, los toldos instalados sirven de resguardo para aquellos que se aventuran al aire libre, proporcionando un alivio temporal del abrasador clima.
La situación ha generado un notable impacto en la dinámica diaria de Madrid, afectando tanto a la vida cotidiana como al turismo. Las autoridades han instado a la población a permanecer hidratada y limitar la exposición al sol, mientras los visitantes adaptan sus itinerarios para incluir más pausas en espacios cerrados. La calima, aunque común en ciertas épocas del año, ha cobrado una intensidad inusual, poniendo a prueba la resiliencia de la ciudad frente a condiciones climáticas adversas.
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