El nuevo Papa, León XIV, anteriormente conocido como el cardenal Robert Francis Prevost, ha sido elegido en una ceremonia solemne en la Plaza de San Pedro, marcada por la tradicional fumata blanca que anunció su elección. El pontífice, de origen estadounidense y peruano, ha adoptado un nombre con resonancias históricas que reflejan una inclinación hacia la tradición. León XIV enfrenta un contexto desafiante, con la Iglesia Católica lidiando con una disminución en el número de fieles y los persistentes escándalos de abusos sexuales. A sus 69 años, asume el liderazgo espiritual y diplomático con la ardua tarea de abordar estos obstáculos mientras busca mantener la relevancia de una institución milenaria.
A pesar del peso de la responsabilidad, el margen para efectuar cambios transformadores dentro de la Iglesia parece limitado. La atención se centra en cómo León XIV utilizará su influencia en el escenario internacional y qué medidas tomará para restaurar la confianza de los fieles. Su experiencia como misionero en Perú podría influir en una visión más inclusiva y comprensiva hacia las comunidades marginadas. Sin embargo, el equilibrio entre tradición y modernización será crucial para su papado, mientras busca unificar y revitalizar una Iglesia en un mundo cada vez más secular y crítico.
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