Desde 2018, el salario mínimo interprofesional (SMI) en España ha experimentado un incremento del 61%, pasando de 736 a 1.184 euros mensuales en 14 pagas, situándose así al nivel del 60% del salario medio. Este aumento supera ampliamente la inflación acumulada del 19% en el mismo período. Estas políticas han contribuido a reducir la desigualdad salarial y mantener la estabilidad en el mercado laboral, desafiando teorías económicas tradicionales que predecían efectos adversos significativos. En un contexto donde la tasa de paro ha disminuido y la creación de empleo se ha mantenido, el impacto positivo de estas alzas ha predominado sobre las preocupaciones históricas sobre los efectos negativos.
El fenómeno del aumento del SMI no es exclusivo de España; otros países, afectados por el mismo auge inflacionario, también han elevado sus salarios mínimos, como México y regiones de Estados Unidos y Europa del Este, produciendo efectos benévolos similares. Estudios recientes han cuestionado las teorías económicas ortodoxas, sugiriendo que el impacto del SMI en el empleo es menor de lo previsto, mientras que mejora notablemente el poder adquisitivo de los trabajadores de menores ingresos. Estas evidencias desafían las nociones tradicionales, abriendo un debate sobre los límites y beneficios de la política salarial mínima, especialmente mientras algunos expertos sugieren que el umbral actual podría aún admitir incrementos antes de afectar negativamente al empleo.
Leer noticia completa en El Pais.