La economía del hardware de memoria y almacenamiento está experimentando una metamorfosis sin precedentes. Lo que comenzó como un repunte tras el desplome de 2022-2023 se ha transformado en una escasez generalizada, afectando simultáneamente a sectores como DRAM, NAND flash y HDD. Este fenómeno es raro en la última década y su raíz se encuentra en el voraz apetito de los centros de datos de inteligencia artificial, que consumen capacidad a ritmos imposibles de igualar por fabricantes tras años de sobreinversión y posteriores colapsos de precios.
Este desequilibrio ha derivado en un estrangulamiento de todos los segmentos: desde módulos DDR4 y SSD de consumo hasta arreglos «all-flash» para empresas y HDD nearline de alta capacidad. Grandes nubes y empresas hiperescalares están asegurando el suministro prioritario mediante contratos de largo plazo, mientras que el resto del mercado se enfrenta a una creciente competencia y escalada de precios.
Retrocedamos a 2022 y principios de 2023, cuando tanto NAND como DRAM se vendían por debajo del costo. Los fabricantes respondieron con recortes drásticos en la producción, lo que vació inventarios y disparó los precios a mediados de 2023. En seis meses, los precios de los SSD de 2 TB aumentaron significativamente y la DRAM también vio un incremento.
Los HDD, tradicionalmente una alternativa más económica, no han escapado a esta tendencia, con incrementos de precios anunciados y tiempos de espera prolongados. Las necesidades de almacenamiento han llevado a que parte de las cargas «warm data» migren a flash (QLC), exacerbando la escasez de NAND.
En la era actual, la inteligencia artificial es la fuerza motriz. Entrenar modelos de lenguaje y servir inferencias requieren vastas cantidades de DRAM y varios terabytes de flash por nodo de GPU, incrementando la demanda con cada avance en tecnología.
Los hiperescalares y laboratorios de IA aseguran contratos con años de anticipación, afectando la disponibilidad de ciertos tipos de memoria y almacenamiento, como el HBM, que ya está comprometido hasta 2026.
Construir nuevas instalaciones de producción no es una solución rápida ni económica. Cada planta representa una inversión multimillonaria y requiere años para alcanzar su capacidad. Las empresas prefieren la disciplina de vender menos a mayores márgenes en lugar de sobreinvertir nuevamente.
El panorama geopolítico también juega un papel crucial, con restricciones y escasez de talento que complican aún más la expansión de la capacidad de producción.
¿Qué depara el futuro? Algunos expertos anticipan varios años de tensión, mientras que otros prevén una década de dificultades. Todo dependerá de factores como la evolución de la demanda de IA, la capacidad de producción futura y la estabilidad geopolítica.
Los consumidores y empresas deberán planificar cuidadosamente para mitigar el impacto, mientras que las estrategias de optimización y eficiencia se convertirán en herramientas esenciales para navegar este complejo entorno. La normalidad podría regresar, pero probablemente a un costo más elevado y con precios que marcarán un nuevo estándar.
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