En la madrugada del 20 de agosto de 2025, un inesperado evento tecnológico sacudió a millones de usuarios en China: el Gran Cortafuegos (GFW) bloqueó el tráfico del puerto TCP 443, esencial para comunicaciones HTTPS, por un lapso de 74 minutos. Este incidente, documentado por GFW Report, expuso la capacidad de Pekín para aislar al país digitalmente. Durante este periodo, se inyectaron masivamente paquetes TCP RST+ACK falsificados, interrumpiendo conexiones seguras dentro y fuera de China.
El bloqueo de este puerto, crucial para la economía digital al sostener comunicaciones cifradas como las utilizadas en bancos y plataformas de comercio, generó una interrupción selectiva que impactó a usuarios y corporaciones multinacionales, afectando su operatividad normal. El corte plantea preguntas vitales: ¿se trató de un fallo técnico o de una prueba deliberada para medir la resiliencia ante un aislamiento total? Los análisis sugieren que los paquetes falsos no correspondían con patrones conocidos, insinuando la posibilidad de un nuevo dispositivo de censura en juego.
El puerto 443 es vital porque permite el flujo seguro de información en Internet. Su interrupción equivale a parar la columna vertebral de la infraestructura digital global. La técnica usada por el GFW para lograr este bloqueo consistió en inyectar paquetes de tipo RST+ACK, simulando que las conexiones eran rechazadas.
El episodio se enmarca en una estrategia más amplia de soberanía tecnológica por parte de China, que busca controlar su internet, reduciendo dependencias externas. En un contexto internacional tenso, la capacidad de desconexión a voluntad de China envía un claro mensaje sobre el poder digital que posee.
Históricamente, el GFW ha protagonizado incidentes significativos, pero este reciente evento marca un nuevo nivel al afectar toda la infraestructura HTTPS. Las implicaciones globales son significativas, generando dudas sobre la fiabilidad de China en un mundo conectado, y resaltando la vulnerabilidad de internet ante el control de nodos neurálgicos.
Frente a este escenario, surgen diversas interpretaciones: un ensayo de apagón digital, un error técnico o un mensaje geopolítico de disuasión. En cualquiera de los casos, el incidente deja claro que el supuesto carácter descentralizado de internet puede quedar desmantelado bajo el control estratégico de ciertas naciones.
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