El gobierno catalán afronta un panorama complicado tras la negativa de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) a negociar los presupuestos para 2025. Consciente de que no logrará la aprobación de las cuentas autonómicas que planeaba incrementar en 4.000 millones de euros, el Govern encabezado por Salvador Illa busca alternativas para garantizar la gobernabilidad. A través de modificaciones de crédito y ampliaciones de déficit, el ejecutivo intenta generar nuevos ingresos, siempre que el Parlament dé luz verde a estas maniobras financieras. La portavoz Sílvia Paneque ha enfatizado que no se realizarán recortes en el plan de Gobierno, mientras reitera la necesidad de acuerdos políticos para superar desafíos clave como el de la vivienda. A pesar del revés, ERC y Comuns permanecen como socios prioritarios para futuras negociaciones, aunque los republicanos exigen que se cumpla con el compromiso de financiación singular para Cataluña.
Por su parte, en el Ayuntamiento de Barcelona, la negociación presupuestaria también se encuentra en un punto muerto. El alcalde Jaume Collboni ha decidido detener las conversaciones tras no lograr un acuerdo con los comunes y garantizar así una matriz financiera prorrogada para la ciudad basada en las cuentas de 2024. Ante las nuevas exigencias de los comunes en cada reunión y con el respaldo del grupo municipal de ERC, el consistorio optará por trabajar con un presupuesto prácticamente igual al anterior, confiando en la capacidad de realizar modificaciones cuando sea necesario. Esta decisión evidencia la estrategia de geometría variable del Ayuntamiento de Barcelona, que tiene la flexibilidad de aliarse tanto con la izquierda como con la derecha según lo requieran las circunstancias, siguiendo un modelo similar al planteado por el Govern catalán.
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