Tras un agitado encuentro de la Europa League, la violencia estalló en las inmediaciones del estadio, cuando manifestantes pro Palestina emboscaron a hinchas del equipo rival en diversos puntos de la ciudad. Los incidentes comenzaron a medida que los asistentes intentaban regresar a sus hogares tras el partido, escalando rápidamente en intensidad con un saldo de más de 60 personas arrestadas y al menos una decena de heridos, entre ellos varios heridos de gravedad. Las fuerzas de seguridad, en un intento de contener la situación, desplegaron unidades para dispersar a los alborotadores y restaurar el orden, un esfuerzo que logró controlar parcialmente la situación después de varias horas de disturbios.
Las motivaciones políticas detrás de estos ataques han generado gran preocupación entre las autoridades locales y grupos de derechos humanos, quienes instan a una respuesta coordinada para evitar la escalada de violencia en futuros eventos deportivos. La policía ha iniciado una investigación exhaustiva para identificar a los responsables y reforzar la seguridad en torno a eventos de similar magnitud. Mientras tanto, tanto dirigentes deportivos como políticos han condenado los actos de violencia, subrayando la importancia de mantener los deportes como un terreno de encuentro pacífico y libre de conflictos políticos latentes. La comunidad internacional observa con atención los desarrollos posteriores, preocupada por el potencial de que estas tensiones regionales se extiendan a otros lugares.
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