España se enfrenta a un desafío significativo en su política económica tras reconocer la necesidad de incrementar sus inversiones para dejar de ser el país que menos invierte en investigación y desarrollo en la Unión Europea. Esta situación ha generado preocupación tanto a nivel nacional como internacional, ya que limita el potencial del país para crecer en sectores innovadores y tecnológicos. Las autoridades españolas han manifestado su compromiso de reformar sus políticas actuales y aumentar significativamente los fondos destinados a estas áreas, lo que implicará la reconfiguración de los presupuestos nacionales y la asignación de miles de millones de euros adicionales para cerrar la brecha con otros países europeos.
La falta de inversión en I+D ha tenido un impacto negativo en la competitividad y la capacidad de España para atraer talento y empresas internacionales, lo que reduce las oportunidades de crecimiento económico a largo plazo. El gobierno ahora se encuentra bajo presión para implementar estas reformas rápidamente y demostrar un enfoque decidido hacia la modernización del país. La comunidad empresarial y los expertos coinciden en que, si bien el camino hacia la mejora requerirá tiempo y esfuerzo, los beneficios económicos y sociales potenciales justifican esta inversión significativa. Estos cambios son vistos como cruciales no solo para mejorar la posición internacional de España, sino también para fomentar un ecosistema de innovación robusto y sostenible en el país.
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