Durante la pandemia, la ministra Nadia Calviño mostró reticencias al rescate de una empresa debido a que sus propietarios habían distribuido un cuantioso dividendo en plena crisis sanitaria. Esta acción levantó cuestionamientos sobre la justificación y ética de proporcionar ayuda estatal a una entidad que recientemente había desembolsado grandes sumas a sus accionistas, en lugar de salvaguardar su estabilidad financiera en tiempos inciertos.
Sin embargo, el proceso de rescate tomó velocidad con la intervención de los ministros José Luis Ábalos y María Jesús Montero. En conversaciones internas, se enfatizó la necesidad de agilizar los procedimientos, con declaraciones que apuntaban a una urgencia inherente en la gestión de la ayuda. El comentario «Habrá que correr» refleja la presión para avanzar rápidamente a pesar de las objeciones iniciales, sugiriendo un enfoque más pragmático o influenciado por consideraciones políticas.
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