La reciente eliminación de la rebaja del Impuesto al Valor Añadido (IVA) ha provocado un aumento significativo en los precios de los alimentos básicos, afectando a millones de consumidores que enfrentan ya una economía en tensión por la inflación. Esta medida, que inicialmente se había implementado para dar un respiro a las familias durante períodos de alta inflación, ha generado preocupación entre los ciudadanos al encarecer productos de primera necesidad. Las críticas no se han hecho esperar, argumentando que el fin de esta reducción fiscal impulsará aún más el costo de la canasta básica, dificultando especialmente la situación de los hogares con menos recursos.
A la par de esta situación, los consumidores también se preparan para un incremento en la factura de la electricidad, que verá el regreso de la tasa del IVA del 21%, después de haber estado temporalmente reducida al 10% para aliviar la carga económica durante los meses de mayores dificultades. Esta decisión gubernamental ha sido recibida con descontento, ya que se suma a los crecientes gastos en otros sectores vitales. Mientras el gobierno defiende la necesidad de restaurar las tasas impositivas para incrementar la recaudación y afrontar los desafíos financieros, diversos sectores sociales y económicos advierten sobre el impacto adverso que estas medidas tendrán sobre el poder adquisitivo de las familias y la recuperación económica en general.
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