El Gobierno de Países Bajos ha logrado evitar su ruptura tras intensas negociaciones entre los cuatro partidos de la coalición de derecha, encabezados por el Partido por la Libertad del líder Geert Wilders. La reciente crisis gubernamental surgió a raíz de los disturbios en Ámsterdam después de un partido de fútbol entre el Ajax y el Maccabi de Tel Aviv, que resultaron en 62 detenciones y 35 heridos. Estos eventos sacudieron al país, provocando un acalorado debate sobre antisemitismo, integración de inmigrantes y el papel del Islam, lo que casi fractura al ejecutivo de coalición. Un factor clave de esta crisis política fue la renuncia de Nora Achahbar, secretaria de Estado de Subsidios y Aduanas de origen marroquí, en protesta por el tono del debate que consideraba que se volvía racista, señalando particularmente a la población migrante y musulmana.
El primer ministro, Dick Schoof, reconoció la existencia de un problema de integración en los Países Bajos y calificó los disturbios como actos de violencia antisemita. Esto marcó un cambio de tono en su habitual discurso cauto, sorprendiendo a muchos. La situación se complicó aún más por las tensiones derivadas de las acciones de los hinchas israelíes en Ámsterdam, que incendieron banderas palestinas y cantaron en contra de Palestina. Estos hechos sucedieron en un contexto de diversas manifestaciones y en una fecha significativa: el aniversario de La noche de los cristales rotos. A pesar de que los disturbios levantaron las tensiones comunitarias, la coalición sigue su curso sin Achahbar, mientras el líder ultra Geert Wilders continúa demostrando su influencia política, a pesar de no dirigir el Gobierno.
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