Alemania se enfrenta a un complejo panorama económico tras dos años de recesión, con un crecimiento previsto de apenas un 0,3% para 2025. La falta de consenso dentro del Gobierno de coalición entre socialdemócratas, verdes y liberales ha paralizado medidas cruciales para reactivar la economía, como incentivos a la inversión y ajustes en los precios de la electricidad. Esta inercia ha generado descontento en el sector empresarial, que exige reformas estructurales como la reducción de impuestos y burocracia. La incertidumbre se ve acentuada por las posibles tensiones comerciales con Estados Unidos, que podrían impactar las exportaciones, un pilar fundamental para la economía alemana.
Además, el país enfrenta desafíos estructurales mayores, como la escasez de mano de obra cualificada y un bajo nivel de inversión pública y privada. Estas condiciones se ven reflejadas en una ligera subida de la tasa de desempleo, que se espera pase del 6% en 2024 al 6,3% en 2025. En el contexto político, la economía se perfila como un tema crucial en las próximas elecciones de febrero, con los partidos políticos presentando estrategias divergentes: mientras los conservadores y liberales abogan por desgravaciones fiscales, socialdemócratas y verdes proponen un ambicioso fondo de inversión para revitalizar las infraestructuras. Los sondeos favorecen a la Unión Cristianodemócrata, que busca coaliciones para lograr estabilidad en este escenario incierto.
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