La cumbre del G-7, celebrada en Kananaskis, Canadá, concluyó con un consenso sobre la declaración respecto al conflicto entre Israel e Irán. Los líderes del grupo, que incluye a las principales economías del mundo, acusaron a Teherán de ser la principal fuente de inestabilidad y terrorismo en Oriente Medio y enfatizaron que Irán no debe adquirir armas nucleares. El documento, escueto pero resultado de arduas negociaciones, insta a una solución que reduzca las tensiones regionales y reclama un alto el fuego en Gaza. Además, reafirma el derecho de Israel a la autodefensa y la continuidad del apoyo a su seguridad, mientras el G-7 se mantiene alerta ante posibles repercusiones en los mercados energéticos y muestra disposición para coordinar medidas que resguarden su estabilidad.
El desarrollo de la declaración estuvo marcado por la resistencia del presidente estadounidense, Donald Trump, quien se oponía a un llamado explícito a la desescalada de la crisis. Las tensiones entre Israel e Irán se agravaron aún más cuando Israel atacó la televisión estatal iraní y emitió órdenes de evacuación en Teherán, lo que llevó a Trump a decidir su regreso anticipado a Washington. Tras intensas conversaciones con sus homólogos, Trump finalmente aprobó el documento durante una cena de trabajo centrada en Oriente Próximo y Ucrania. Su prematuro retorno subraya la urgencia y volatilidad de la situación, mientras las conversaciones diplomáticas aún se consideran cruciales, según autoridades europeas.
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